Jennifer es hoy una documentalista de prestigio. Ejerce de profesora titular en una universidad y compagina la docencia con la realización de sus propios proyectos. Es una mujer de éxito, es quien ha decidido ser. Un día, su madre la llama preocupada. Ha encontrado un relato que escribió cuando tenía trece años durante un verano, en un campamento de equitación.
Aquellos días, Jennifer vivió con otras tres jóvenes en el rancho de Mrs. G, una mujer fuerte que quería enseñarles el valor del esfuerzo y la disciplina. Todas las mañanas se levantaban a las seis para salir a correr acompañadas de un entrenador personal, un hombre de cuarenta años llamado Bill.
Durante tres décadas, Jennifer no ha querido o no ha podido recordar lo que pasó. Sentía algo que no comprendía, que no tenía tiempo ni fuerzas para interpretar. Con trece años sufrió repetidos abusos sexuales por parte de aquel entrenador, que la manipuló e hizo creer que vivían una relación amorosa que los demás no comprenderían. Que tenía que estar callada y no contársela a nadie.
Esta es la premisa de The Tale, un film que llega a HBO sin causar revuelo alguno, casi como si su estreno se hubiese disimulado. Su escasísima promoción y un catálogo que no la destaca entre la maraña de series, han empequeñecido su estreno. Sin embargo, estamos ante uno de los dramas más desconcertantes, sinceros y desgarradores de la temporada.
Es muy probable que The Tale no se vea con los mismos ojos si no sabemos nada de ella. Sin embargo, lejos de ser un thriller emocional al uso, este film narra los acontecimientos reales vividos por Jennifer Fox. Ella es la directora, productora y guionista de este film autobiográfico que recorre su vida a medio camino entre el drama familiar y el documental ficcionado, para preguntarse por qué le pasó lo que le pasó, por qué nadie pareció darse cuenta y qué significó en su vida.
A su paso por Sundance, The Tale fue recibida con críticas de todo tipo. Jordan Hoffman describía en The Guardian el silencio sepulcral que se hizo tras su pase, el más intenso que había vivido en sus diez años cubriendo el evento. En Vanity Fair Richard Lawson intentaba explicar los sentimientos que removía un film así. Caroline Framke reflexionaba en Variety sobre si este era la primera gran obra de la era #MeToo. Pero no todo fueron aplausos, pues bien es cierto que parte del público del festival se escandalizó por su crudeza al retratar las relaciones sexuales con menores.
Sea como fuere, quedaba claro que The Tale no era un film que dejase indiferente -aunque el silencio de la crítica española parezca decir lo contrario-. También que entrañaba una complejidad considerable en su análisis, pues examinar sus entrañas a un nivel puramente formal podría no ser del todo justo. Hay cintas que de tan personales, sinceras e inclasificables se significan más allá de ellas mismas como un logro, casi un acto político. Su mera existencia es ya un hecho reseñable, al margen de que nos gusten o no.
The Tale es un drama sobre el abuso sexual, un documental ficticio sobre el tabú, o la extraordinaria futilidad del concepto de consentimiento. También una autobiografía sobre la dificultad de describir hechos traumáticos y afrontarlos. Quizás una reflexión en torno al carácter social de los círculos de silencio y su naturaleza opresiva. Especialmente con la mujer.
Pero ante todo, es una película que desarma por la sinceridad que destila desde su mismo inicio. Ese en el que la voz de Laura Dern nos advierte: “La historia que voy a contar es real. Hasta donde yo sé”. Jennifer Fox ha abordado su memoria, transgrediendo de forma natural los límites de la ficción y la no-ficción, para filmar una obra ferozmente sensible, de un poder incuestionable.
Fox tardó diez años en levantar el proyecto por razones muy diversas, tal como contaba en una entrevista en Indiewire. La más obvia es la económica: no fue fácil encontrar financiación para una película así, pues el material de base parecía demasiado peliagudo para cualquier productora. Visto lo que le costó encontrar dinero para hacerla, estrenarla en cines y que alguien pagase por ver una historia sobre abusos sexuales le parecía casi una quimera. En Sundance firmó su distribución con HBO.
La menos obvia, no obstante, nos habla del tratamiento que tuvo su guion que, en un principio, iba a narrar solamente la historia de su infancia de forma lineal y tradicional. Sin embargo, aquello fue evolucionando. Para entender qué significaba el abuso sexual y la manipulación emocional a la que fue sometida, necesitaba retratar su yo actual. Este recaería sobre una Laura Dern cuyo poder interpretativo queda lejos de toda duda, y que sin embargo aquí alcanza unas cotas de franqueza ciertamente pasmosas.
Así, The Tale se convertiría en un artefacto íntimo con el que explicarse a sí misma. Con el que comprender mejor un pasado nunca olvidado pero si obviado consciente o inconscientemente. Por eso, a Fox no le tiembla el pulso al romper la narrativa para insertar pedazos de un documental imposible. Uno en el que ella, ahora adulta, le pregunta a los personajes de su pasado cómo dejaron que pasara lo que pasó. Uno en el que puede dialogar con la niña que fue.
A veces, el cine nos ayuda a sanar heridas. Algunas emocionales, otras de lo más físicas e incluso algunas que son ambas. También a veces, invita a la reflexión y la comprensión de las cicatrices que nuestro pasado va dejando en nuestro cuerpo. Recuerdos cuyo significado cuesta comprender. The Tale invita a hacerlo, a mirar atrás –mirarnos-, y redescubrirnos en el proceso. Aunque a veces duela.
fuente:https://www.eldiario.es/cultura/cine/The-Tale-recuerdo-convertido-extraordinario_0_776572686.html