En un sector técnico cada vez más expuesto a la fragmentación, a la superposición normativa y a las ineficiencias operativas, Treesessanta se propone como un modelo alternativo, concreto y contemporáneo. Fundada en Misterbianco (provincia de Catania) por el ingeniero Nicolò Giuseppe Cavarretta, la empresa se ha consolidado en pocos años como un punto de referencia para clientes públicos y privados, gracias a un enfoque multidisciplinario que combina competencia, claridad y responsabilidad. Diseño arquitectónico, estructural, de instalaciones, seguridad, trámites catastrales, desarrollo inmobiliario: todo bajo una misma dirección, con una filosofía clara y una visión integrada del proceso constructivo. Conversamos con el ingeniero Cavarretta para comprender qué significa hoy hacer ingeniería con método, ética y visión de futuro.

por Roberta Imbimbo

Ingeniero Cavarretta, Treesessanta es una realidad joven pero ya sólida. ¿Cómo nació y con qué visión?

Treesessanta nace de una intuición concreta, desarrollada tras años de experiencia entre obras, organismos públicos y clientes privados: hacer que el diseño técnico sea más accesible, fluido y comprensible. Quise superar la lógica del estudio “compartimentado” y crear una estructura en la que el diseño, la consultoría y la gestión técnica pudieran dialogar de manera transparente y coordinada. La idea, en el fondo, es simple pero revolucionaria: simplificar la complejidad. Ofrecemos a nuestros clientes un único interlocutor para todas las fases del proyecto, garantizando no solo eficiencia, sino también escucha, continuidad y un fuerte sentido de responsabilidad. Ya se trate de una vivienda privada, una obra pública o una intervención en un edificio histórico, aplicamos el mismo rigor y el mismo cuidado.

Su enfoque se define como “integrado”. ¿Qué significa eso en la práctica?

Significa ir más allá de la lógica de las competencias fragmentadas. En Treesessanta, arquitectos, ingenieros estructurales, proyectistas de instalaciones, topógrafos y consultores trabajan en red, con un método compartido y objetivos comunes. Esto permite al cliente tratar con un único referente que coordina cada fase: desde el concepto inicial y el análisis de viabilidad hasta el diseño ejecutivo, la ejecución y la valorización del inmueble. Es un modelo que optimiza tiempos y recursos, evita solapamientos y garantiza resultados más sólidos. Pero sobre todo, devuelve claridad y tranquilidad a quien nos confía un proyecto complejo.

Entre sus prioridades está la sostenibilidad. ¿Cómo se traduce ese compromiso?

Para nosotros, la sostenibilidad no es una moda, sino una responsabilidad profesional y cultural. Hemos obtenido la certificación ISO 14001:2015 de gestión ambiental, pero nuestro enfoque va más allá: integramos en los proyectos soluciones que reducen el impacto ambiental, promovemos materiales de bajo consumo energético y evaluamos cuidadosamente el ciclo de vida de los edificios. Cada decisión, incluso la más técnica, se toma considerando su efecto en el medio ambiente, en las comunidades y en el futuro. La ingeniería, hoy, tiene el deber moral de contribuir a la construcción de un nuevo equilibrio entre desarrollo y conservación.

Treesessanta también ha obtenido la certificación de igualdad de género. ¿Qué importancia tiene la ética en una empresa técnica?

Tiene tanta importancia como la competencia. Sin valores compartidos, la técnica corre el riesgo de volverse estéril. Las certificaciones —ISO 9001, 45001, UNI/PdR 125— testimonian nuestro compromiso con la calidad, la seguridad, la sostenibilidad y la inclusión. Pero no son metas finales, sino herramientas para mejorar continuamente. La igualdad de género, por ejemplo, para nosotros significa crear un entorno justo, en el que el mérito y las competencias pesen más que el género, el origen o la edad. La ética lo impregna todo: desde la gestión interna hasta las relaciones con clientes y administraciones públicas. No podemos diseñar edificios sólidos si no partimos de fundamentos éticos igualmente sólidos.

Mirando al futuro, ¿cuáles son los desafíos más urgentes para la ingeniería moderna?

El mayor desafío es cultural. Debemos superar la imagen del ingeniero como técnico distante o autorreferencial. Hoy estamos llamados a ser facilitadores: puentes entre las exigencias normativas, ambientales y humanas. La digitalización, la inteligencia artificial y la sostenibilidad son herramientas poderosas, pero deben ser gestionadas con claridad y pensamiento crítico. Por eso invertimos mucho en formación continua: porque creemos que la competencia es un valor vivo, que hay que cultivar cada día. Solo así podremos seguir ofreciendo soluciones inteligentes, fiables y realmente útiles. Queremos representar un nuevo paradigma operativo: riguroso pero empático, tecnológico pero ético, estructurado pero cercano al cliente. Un laboratorio donde la ingeniería se encuentra con la escucha y la responsabilidad. Un modelo para observar, replicar y —¿por qué no?— seguir.

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